¡Seguimos cuidando tu salud! Recuerda: el uso de cubrebocas es obligatorio durante tu estancia en el hospital; con esto evitamos la propagación de enfermedades respiratorias.
Esta etapa es inquietante, en especial cuando se van reduciendo los posibles diagnósticos, aparecen síntomas o cambios inesperados en el cuerpo y la sospecha de tener cáncer se hace más fuerte. En términos emocionales, la fase previa al diagnóstico es significativa porque acumula miedo y ansiedad.
Para que el miedo y ansiedad tengan un menor impacto, lo mejor es actuar: revísate, consulta a tu médico y obtén un diagnóstico.
A lo largo de la vida todos pasamos por periodos de crisis que nos permiten descubrir habilidades o destrezas útiles para afrontar los cambios. Durante el diagnóstico es necesario valorar si nuestras habilidades son las adecuadas para enfrentar este nuevo reto.
Lo más común es que la primera respuesta sea la incredulidad o el rechazo, seguida de una etapa transitoria de incapacidad para procesar claramente la nueva información. Por eso es recomendable darse un tiempo para digerirla y realizar una segunda visita al médico en compañía de un familiar, para expresarle todas las dudas que nos asaltan.
La idea es poder hacer todas las preguntas que sean necesarias y, de preferencia, tomar notas, a fin de disminuir las preocupaciones y estar en posibilidades de crear una estrategia que permita trabajar un problema a la vez, y mantener la estabilidad personal y el funcionamiento de la familia.
En esta etapa los pacientes viven con incertidumbre, enfrentando los cambios e incomodidades causadas por el cáncer y su tratamiento. Es común tener la sensación de que uno lucha contra algo que está fuera de su control y caer en la tentación de darse por vencido. ¡Eso es un error! Una actitud proactiva es de gran ayuda en el éxito del tratamiento.
Para transitar exitosamente el tratamiento, es recomendable desarrollar tolerancia a la frustración, perder el miedo al cambio, tratar de mantener una vida tan normal como lo permita la condición y trabajar la angustia y la depresión con el especialista en psicooncología.
Es la etapa de resolución, esperanza y cura. También se llama etapa de remisión, porque ya no hay evidencia de cáncer en el cuerpo. Es posible enfrentar sentimientos encontrados: por una parte, el alivio al haber concluido el tratamiento; por la otra, una cierta inseguridad y ganas de espaciar las visitas al médico por temor a que regrese la enfermedad.
La invitación que nos hace la vida en este periodo es a reincorporarnos a nuestras actividades, iniciar nuevos proyectos y retomar asuntos que quedaron suspendidos durante el tratamiento.
Debes identificar si tienes la sensación de estar recuperando tu vida más allá de las altas y bajas de ánimo que todos pasamos de tanto en tanto. Si en lugar de ello vives sentimientos de ansiedad, tristeza, enojo o miedo continuos e intensos, considera la posibilidad de acudir al psiconcólogo para resolver esas emociones.
Cuando el cáncer avanza de manera irremediable se presenta uno de los momentos más significativos de la vida. El impacto de esta nueva crisis es seguido por la incredulidad y el rechazo, acompañados de intensas manifestaciones de angustia, tristeza, enojo, aislamiento o ganas de darse por vencido.
La recomendación es trabajar de manera estrecha con el equipo médico: todos los síntomas deben ser controlados; el sufrimiento físico y emocional es innecesario. Hoy existen varias estrategias para mitigar adecuadamente los molestos efectos de la enfermedad.
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