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Micciones frecuentes, flujos vaginales y encías sangrantes pueden causar partos prematuros
Guadalupe Camacho
Información tomada del periódico Excelsior.
CIUDAD DE MÉXICO, 16 de febrero.- Los recién nacidos están expuestos a infecciones por diversos motivos.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tratamiento de la vaginosis bacteriana con antibióticos por vía oral disminuye el riesgo de rotura prematura de membrana antes del inicio del trabajo de parto, así como del bajo peso al nacer del recién nacido.
Según el organismo, en los países en vías de desarrollo, 50 por ciento de las gestantes suelen desarrollar infecciones que condicionan el embarazo o incluso el momento de parto.
“La vaginosis bacteriana es una condición común entre las embarazadas, quienes por los cambios hormonales, anatómicos y fisiológicos de su condición, generan más infecciones vaginales”, indicó Luis Assad Simón Pereira, experto certificado por el Consejo Mexicano de Ginecología y Obstetricia.
Los hongos y las bacterias se vuelven más oportunistas en los genitales femeninos y, en consecuencia, aumenta su proliferación, ya sea por vía externa o interna.
Es decir, “la flora normal de la vagina de pronto se incrementa y genera infecciones, porque los niveles de progesterona son muy altos y, entonces, se vuelve más húmeda la zona. Pero también, resulta que externamente (por contacto sexual, falta de higiene o uso de ropa sintética) hay más riesgo de infección”, advirtió Simón Pereira, jefe del Servicio de Gineco Obstetricia del Hospital Médica Sur.
Entre los síntomas se encuentran las descargas o flujos de diferentes colores y olores, comezón a nivel urogenital, mayor número de micciones, ardor y enrojecimiento de la zona.
Asimismo, el experto señaló que uno de los gérmenes más importantes para desarrollar una infección vaginal es el estreptococo betahemolítico, grupo B que se presenta sin síntomas (está en tres de cada diez embarazadas) y son responsables de la meningitis y neumonía –cuando se tiene un parto vía vaginal– en los neonatos.
Además, aquellas gestantes con una deficiente higiene dental, o bien, las que viven con diabetes, tienen más riesgo de presentar gingivitis del embarazo que, sin tratamiento, se desarrollará enfermedad periodontal (de las encías).
Al respecto, Claudia Maya González Martínez, académica de la Facultad de Odontología de la UNAM, señaló que las encías sangrantes y el mal aliento se incrementan durante el embarazo, pero también en el periodo de la cuarentena. Debido a que la saliva se torna más densa por el cambio del pH, lo que favorece la adherencia de las bacterias.
“El sangrado de las encías no es normal, por ello se brinda a la embarazada instrucciones para que incremente su técnica de limpieza dental y en casos graves se brindan fármacos y pastas dentales con antimicrobianos tópicos y antiinflamatorios, depende de cada caso, porque algunas no pueden usar determinadas pastas por los ascos o mareos que tienen”, dijo González Martínez, quien también es cirujana maxilofacial.
Para la ginecóloga Helga Pereznúñez Zamora, entre 2 y 10% de las embarazadas sin antecedentes de infección urinaria la tendrán, pero asintomática; y de esta cifra de 30 a 50% evolucionará a un problema crónico que ponga en riesgo el embarazo, ya sea por abortos espontáneos o partos prematuros.
Hay que estar alerta ante el aumento del volumen urinario, malestar (dolor, ardor o sensación de vejiga llena), mal olor de la orina o sangre en ella, así como incomodidad general, pues son señales de que algo anda mal.
Ante eso, desde los primeros meses o semanas de embarazo, hay que realizar un examen general de orina u urocultivo, para saber si hay bacterias.
Es posible prevenir aun antes de decidir ser mamá:
Antes del embarazo, los médicos sugieren realizarse una revisión integral de su condición.
Esto debe incluir una limpieza profunda de la cavidad oral, exámenes de sangre y de orina.
Es necesario además, una revisión ginecológica que incluya la toma de cultivo vaginal.
Si la mujer ya está embarazada, lo ideal es acudir con el médico ante cualquier síntoma o sospecha de infección.
Por ejemplo, si hay sangre en encías u orina hay que acudir con el experto.
Esto porque las infecciones en la cavidad oral conllevan lesiones en encías, huesos o dientes, y afectan al bebé.